Los Murales de Detroit

El Instituto de Artes de Detroit (en inglés, Detroit Institute of Arts o DIA) es uno de los museos más grandes de los Estados Unidos. Se encuentra en el centro cultural de Detroit. Oficialmente se inauguró el 21 de marzo de 1886 como Museo de Arte de Detroit. Y en 1927 fue reconstruido (estilo Beaux-Arts) a la vez que se le cambió el nombre por el de Instituto de Artes de Detroit.

Instituto de Artes de Detroit

Durante la Gran Depresión, la ciudad de Detroit enfrentó grandes dificultades económicas, pero el Instituto de Arte de Detroit (DIA) floreció gracias a William Reinhold Valentino, Edsel Ford (hijo de Henry Ford) y quien financió todo el trabajo de Diego Rivera; tal como se hacía en el renacimiento patrocinados por poderosos mecenas.
 
Los murales que pintó en el Instituto fueron conocidos como «La Industria de Detroit,» representando a los obreros, máquinas y procesos de producción en la planta River Rouge de Ford. Murales que son celebrados como una obra maestra tanto del arte como de la industria.
 
En estos murales Diego incluyó temas políticos, en particular sus creencias comunistas, lo que causó una gran controversia durante la era anticomunista del senador McCarthy (* ). Los murales se conservaron solo después de que el DIA aclaró que representaban arte y no propaganda política.
 
En estos murales de Rivera se integran cuatro temas: obreros, producción, política y recursos minerales del planeta, mostrando la relación de la humanidad con los materiales y procesos industriales.

Los murales también incluyen retratos de Valentino, Edsel Ford y el propio Rivera. Dejando plasmada su visión de la industria desde el punto de vista obrero, y haciéndolo en el mismo «corazón del capitalismo».

William Reinhold Valentino. Historiador y crítico de arte alemán que se convirtió en director del Instituto de Arte de Detroit. Personaje que al estar en California y conocer a Diego, lo convenció de venir a pintar murales al Instituto.
Edsel Ford. Hijo único del fundador la Ford Motor Company.

(* ) La noción de macartismo se emplea para aludir a la tendencia o doctrina basada en acusaciones de subversión o deslealtad que se realizan sin respeto por los derechos del individuo acusado y sin que se contemple el desarrollo de un juicio justo.

Joseph McCarthy ocupó una banca en el Senado de los Estados Unidos entre 1947 y 1957, representando al estado de Wisconsin. Durante esa década, este dirigente político republicano se hizo conocido para impulsar investigaciones contra una gran cantidad de personas que, según su postura, eran comunistas o agentes soviéticos infiltrados en diversas esferas del Estado y/o de la vida pública.

Epoca en la que denunció y acusó sin fundamento a numerosos opositores del gobierno estadounidense, fomentando procesos irregulares y hasta la instauración de una “lista negra” donde se incluía a todo aquel que podría llegar a ser simpatizante del comunismo.

De esta manera, el proceder de este senador derivó en el desarrollo del concepto de macartismo o macarthismo.

Así entonces todo se inicia a mediados de 1932 cuando Diego Rivera firmó el contrato con el DIA para decorar las paredes del patio interior del Instituto. Plasmando su visión de la importante industria automotriz y desde el punto de vista obrero; pues para él los proletarios eran el verdadero motor de dicha industria. Cosa que si pudo hacerlo en el «corazón mismo del capitalismo».

Para esto, visitó la fábrica durante meses y realizó numerosos bocetos para decidirse al final por un lenguaje realista para que sus pinturas fueran accesibles al hombre común. Tomando del futurismo la exaltación del movimiento y de la máquina: el mundo industrial, que era digno de ser presentado como tema del arte del siglo XX. Pues para Diego, el progreso de la humanidad (el proletariado) se debía al avance de la ciencia, que junto con los obreros de diferentes razas día a día contribuyen con su fuerza de trabajo para crear mundo mejor.

Y como se puede apreciar en estos murales, todo se basa en la producción del coche, dejando de lado su mercantilización. Realizando 27 paneles en tan solo 9 meses y al final sería bastante criticado (un comunista trabajando para la élite burguesa…), pero para él, el fin justificaba los medios; y que además ganar dinero y visitar también un país que lo fascinaba.

Rivera inició el proyecto visitando las plantas de producción del Ford River Rouge Complex. Pasándose tres meses recorriendo todas las instalaciones, lo que le permitió tomar cientos de bocetos y detalles para sus murales. Además de que se le asignó al fotógrafo oficial de Ford, W. J. Stettler, como ayudante para encontrar material de apoyo y referencia visual.

Y no era para menos, Rivera estaba asombrado por la tecnología y la modernidad de las plantas de Detroit. Toda la industria automotriz estaba integrada verticalmente, con la capacidad de fabricar todos los componentes para sus automóviles, algo considerado una maravilla industrial en ese tiempo.

Además, de que tenía tenía fábricas que producían diversos bienes y productos básicos que iban desde acero, energía eléctrica y cemento, lo que le permitía también fabricar barcos, tractores y aviones.

Así entonces, los Murales de la Industria de Detroit consisten en una serie de frescos que consta de 27 paneles que representan la industria en Ford Motor Company. Juntos rodean el interior de Rivera Court en el Instituto de Artes de Detroit. Pintados entre 1932 y 1933 y a los que Rivera los consideró su obra más exitosa.

El 23 de abril de 2014 fueron designados por el Departamento del Interior como Hito Histórico Nacional. Los dos paneles principales en las paredes norte y sur representan a trabajadores que trabajan en la planta River Rouge de Ford Motor Company. Los otros paneles muestran los avances realizados en diversos campos científicos, como la medicina y las nuevas tecnologías.

Los dos murales más grandes de los 27 terminados por Rivera están ubicados en las paredes norte y sur del patio interior, ahora conocido como el Patio de Rivera. Los murales representan a los trabajadores del Ford River Rouge Complex en Dearborn, Míchigan

Serie de murales que se agregaron a un gran patio central y están compuestos en cinco conjuntos que hoy en día se les conocen colectivamente como Murales de la Industria de Detroit. Y que hoy en día son ampliamente considerados como grandes obras de arte y una característica única del museo.

Sus temas políticamente cargados de lucha proletaria causaron fricciones duraderas entre admiradores y detractores. Durante el «macartismo» los murales sobrevivieron solo por medio de un signo prominente que los identificaba como arte legítimo; el letrero afirmaba además sin ambigüedades que las motivaciones políticas del artista eran «detestables».

Mural Norte

En esta pared puso al trabajador en el centro y representa el proceso de fabricación del motor V8 de Ford de 1932. Mural en el que también se expone la relación entre el hombre y la máquina en una era de producción mecánica.

Si bien las máquinas se hicieron para imitar y mejorar las habilidades del hombre, por otra parte, los trabajadores (agrupados en sindicatos) estaban preocupados por alcanzar y mantener sus derechos laborales conquistados a través de años de lucha.

Aquí mismo Rivera también incorporó elementos como imágenes de altos hornos que fabricaban mineral de hierro. Fundiciones en las que se fabricaban los moldes para las piezas, cintas transportadoras que llevan dichas piezas y demás operaciones de mecanizado e inspecciones. Aquí representó todo el proceso de fabricación.


Diego Rivera, el montaje de un automóvil (1932), un estudio (boceto) para la industria de Detroit.
Mural Sur

La pared puso al trabajador en el centro del mural y en donde se representa el proceso de fabricación del motor V8 de Ford de 1932. El mural que expone la relación entre el hombre y la máquina.

En esta era de producción mecánica y en serie expuso la frontera entre el hombre y la máquina. Máquinas que se hicieron para imitar las habilidades del hombre para facilitar y mejorar su vida existencial; a la vez que los mismos trabajadores asalariados estaban preocupados por alcanzar y conquistar sus derechos laborales. Para poder defenderse del «capitalismo explotador».

Incorporando también elementos como imágenes de los altos hornos que fabricaban mineral de hierro, fundiciones que fabrican moldes para piezas, cintas transportadoras que llevan las piezas fundidas, operaciones de mecanizado. Representando aquí todo el proceso de fabricación.

A continuación se presentan algunos de los fragmentos de sus murales:

Detalle del muro sur, parte inferior derecha, en donde aparecen Edsel Ford y William Reinhold Valentino (en traje azul), sosteniendo el contrato para los murales.
En esta parte del muro, pintó a Henry Ford en su escritorio diseñando y haciendo cálculos. En su mano derecha tiene agarrada una regla.
En el panel de la parte baja del muro sur, aparece Henry Ford explicando a los trabajadores el funcionamiento de un motor.
En el muro norte en la parte media izquierda, el mismo Diego se pintó entre los trabajadores portando un sombrero (bombín).

LA CONROVERSIA.

Algunos críticos vieron los murales como propaganda marxista; pues cuando se completaron los murales, el clero católico y episcopal condenó los murales como «blasfemos». El diario The Detroit News protestó diciendo que eran «vulgares» y «antiestadounidenses». Como resultado de la controversia, 10,000 personas visitaron el museo en un solo domingo.
 
Pues en el panel en la pared norte presenta una figura infantil parecida a un Cristo con cabello dorado que recuerda a un halo. Flanqueándolo a la derecha hay un caballo (en lugar del burro de la tradición cristiana) y a la izquierda hay un buey. Directamente debajo hay varias ovejas, un animal incluido en los tradicionales belenes (nacimientos). Y también representa a Cristo como Agnus Dei (Cordero de Dios), mientras que un médico cumple el papel de José y una enfermera el de María; juntos están administrando una vacuna al niño.

En el fondo, tres científicos, como los magos bíblicos, participan en lo que parece ser un experimento de investigación. Esta parte del fresco es claramente una versión moderna de las imágenes tradicionales de la
Sagrada Familia, pero algunos críticos lo interpretan como una parodia más que como un homenaje.
Algunos historiadores del arte han sugerido que el mecenas de Rivera, Edsel Ford, avivó la controversia para generar publicidad sobre la obra de arte.

Por eso9 fue que en su inauguración algunos miembros de la comunidad religiosa de Detroit que exigieron que fuera destruido; pero el comisionado Edsel Ford y el director del museo, Wilhelm Valentino, se mantuvieron firmes.


En los años 50´s se incluyó un cartel a la entrada de la Sala Rivera describiendo como «detestables» las ideas políticas del pintor.
La Vacunación